Cantica de Serran (Estrofas 993-1021)

DE LO QUE CONTESÇIÓ AL ARCIPRESTE CON LA SSERRANA

Estrofas 993-996

Lunes ante del alva començé mi camino.

Fallé çerca el Cornejo, do tajava un pyno,

una sserrana lorda; dirévos qué m’ avino:

cuydós’ cassar comigo como con su vesino.

Preguntome muchas cosas: cuydós’ que era pastor;

por oyr mal rrecaudo dexós’ de su lavor,

cuydós’ que me traya rrodando en deredor:

olvidóse la fabla del buen cosejador,

Que dize a su amigo, queriéndol’ conssejar:

«Non dexes lo ganado por lo qu’ es por ganar;

sy dexas lo que tyenes por mitroso cuydar,

non avrás lo que quieres, podert’ has engañar».

De quanto ay pasó fize un cantar serrano,

este deyuso escripto, que tyenes so la mano;

façía un día fuerte, pero era verano;

pasé de mañana’l puerto por sosegar tenprano.

CANTICA DE SERRANA

Estrofas 997-1005

Do la casa del Cornejo,

primer día de semana,

en comedio del vallejo,

encontrém’ una serrana

vestida de buen bermejo

e buena çinta de lana;

e díxele yo luego:

«¡Dios te ssalve, hermana!»

«—¿Qué buscas por esta tierra?

¿cóm’ andas escaminado?»

díxel’ yo: «Ando la sierra,

do m’ casaría de grado».

Ella dixo: «Non lo yerra

el que aquí es cassado:

busca, fallarás rrecado.

Mas, pariente, tú te cata,

sy sabes de sierra algo».

Dixe: «Bien sé guardar mata

e yegua’n çerro cavalgo,

sé’l lobo cómo se mata:

quando yo enpos dél salgo,

ante l’ alcanço, qu’el galgo.

»Ssé bien tornear las vacas

e domar bravo novillo,

sé maçar e faser natas

e faser el odresillo,

bien sé gitar las abarcas

e taner el caramillo.

Cavalgar bravo potrillo.

Ssé faser el altybajo

e sotar a qualquier muedo.

non fallo alto nin baxo,

que me vença, segund cuedo:

quand’ a la lucha m’abaxo,

al qu’ una vez travar puedo,

derríbol’ si me denuedo».

—«Aquí avrás casamiento,

tal qual tú demandudieres:

casarm’ he de buen talento

contigo, si algo dieres:

farás buen entendimiento».

Dixel’: «Pid’ lo que quisieres

e dart’ he lo que pedieres».

Diz’: «Dame un prendedero:

sea de bermejo pano.

e dame un bel pandero

e seys aniellos d’ estaño,

un çamarón disantero

e garnacho para entr’ año,

e non fables en engaño.

»Dam’ çarçiellos e heviella

de latón byen relusiente,

e dam’ toca amariella,

byen listada en la fruente,

çapatas fasta rrodiella;

e dirá toda la gente:

¡bien casó Mengua Llorente!»

Yo l’ dixe: «Dart’ he’ sas cosas

e aun más, si más comides,

bien loçanas e fermosas.

a tus parientas conbides,

luego fagamos las bodas,

DE LO QUE CONTESÇIÓ AL ARÇIPRESTE CON LA SSERRANA E DE LAS FIGURAS DELLA

Estrofas 1006-1021

Syenpre ha mala manera la sierra e la altura:

sy nieva o si yela, nunca da calentura.

ençima dese puerto fasía oruela dura,

viento con grand elada, rrúçio con grand friura.

Como ome non siente tanto frío, si corre,

corrí la cuest’ ayuso, ca diz’: «Quien da a la torre,

antes dize la piedra, que sale el alhorre».

Yo dixe: «so perdido, sy Dios non me acorre».—

Nunca desque nasçí pasé tan grand’ periglo:

descendy al pie del puerto, falleme con un vestiglo:

la más grant fantasya, que yo vy en este siglo:

yeguerisa trefuda, talla de mal çeñiglo.

Con la cuyta del frío de aquesa grand’ elada,

rrogela que ese día me quisiese dar posada.

díxome que lo faría, si le fuese bien pagada:

tóvel’ a Dios en merçed, levome a la Tablada.

Ssus miembros e su talla non son para callar,

ca byen creed que era grand yegua cavallar:

quien con ella luchase, no s’ podría bien fallar;

sy ella non quessiese, non la podri’ aballar.

En el Apocalisi Sant Juan Evangelista

non vido tal figura nin espantable vista;

en grand hato daríe gran lucha e grand conquista;

non sé de quál diablo es tal fantasma quista.

Avía la cabeça mucho grande syn guisa;

cabellos chicos, negros, como corneja lysa;

ojos fondos e bermejos: poco e mal devisa;

mayor es que de osa su pisada do pisa.

Las orejas tamañas como d’ añal borrico;

el su pescueço negro, ancho, velloso, chico;

las narices muy luengas, semejan de çarapico;

bevería’n pocos días caudal de buhón rico.

Su boca de alana, grandes rrostros e gordos;

dyentes anchos e luengos, cavallunos, maxmordos;

las sobreçejas anchas e más negras que tordos:

¡los que quieran casarse, non sean aquí sordos!

De pelos mucho negros tiene boço de barvas,

yo non vy ál en ella; mas si en ella escarvas,

fallarás, según creo, de las chufetas parvas;

pero más te valdría trillar en las tus parvas.

Mas en verdat, sy bien vy fasta la rrodilla,

los huesos mucho grandes, la çanca non chiquilla,

de las cabras del fuego una grand manadilla;

sus tovillos mayores que d’ una añal novilla.

Más ancha que mi mano tyene la su muñeca.

Vellosa, pelos grandes, pero non mucho seca;

boz gorda e gangosa, a todo ome enteca;

tardía como ronca, desdonada e hueca.

El su dedo chiquillo mayor es que mi pulgar,

pienssa de los mayores si te podrias pagar;

sy ella algúnd día te quisiese espulgar,

sentiría tu cabeça qu’ eran vigas de lagar.

Traía por el garnacho las sus tetas colgadas;

Dávanle a la çinta, pues qu’ estaban dobladas;

Ca estando sencillas darl’ yen so las yjadas:

A todo son de çítola andarían syn ser mostradas.

Costillas mucho grandes en su negro costado,

unas tres veses contélas estando arredrado:

dígote que non vy más nin te será más contado,

ca moço mesturero non es buen’ para mandado.

De quanto que me dixo e de su mala talla

fiz’ tres canticas grandes; mas non pude pyntalla:

las dos son chançonetas, la otra de trotalla,

de la que’ t non pagares, veyla e rye e calla.

Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, 1320

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